
Cuando acabes este artículo tendrás las bases para que te queden mejor las camisas a través del entrenamiento.
Pasa mucho en los gimnasios, los hombres quieren tener buenos pectorales y mejores brazos pero pocas veces piensan en la espalda y los hombros.
A esto lo llamo «síndrome de los músculos del espejo». Y conduce a un aspecto gorilesco, poco proporcionado y embrutecido.
Para desarrollarte armónicamente y además no caer en futuras lesiones, hay que seguir un orden lógico, distribuir el entrenamiento con sensatez y siguiendo las bases que nos dicta la ciencia.
Sin entrar en detalles, piensa en el dorsal ancho y la parte media y alta de la espalda. El primero es un músculo enorme que recubre casi todo tu costado y gran parte de la espalda. Además, tenemos una gran cantidad de músculos que nos ayudan a vencer la fuerza de la gravedad durante toda la vida. Nuestra espalda y sus músculos están siempre ahí, manteniéndote erguido.
Por otro lado, piensa en la zona anterior. Tenemos pectorales, recto del abdomen y oblicuos como músculos superficiales grandes.
¿Te parece que hay mucha diferencia? Si la naturaleza lo ha distribuido así, es sensato pensar que más cantidad de músculos tanto en número como en volumen, necesitarán y soportarán más cantidad de entrenamiento. Es decir, lo normal es entrenar más la zona posterior que la anterior.
¿Crees que alguien lo hace? Pues casi nadie.
Y ahora piensa en el deltoides. Es ese musculo redondeado donde empieza el brazo y que se une con el hombro. Si el equilibrio está mal entre zona anterior y posterior, para qué contarte con el deltoides. Poca gente consigue desarrollarlo como debe ser porque nunca lo estimula bien.
Incluir los deltoides posterior y medial en tus entrenamientos de espalda colabora a que haya sinergias que te ayuden a un mejor desarrollo de tus hombros y, así, tener mejor percha y que las camisas te caigan genial.
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